La toma de decisiones, desde las más básicas y rutinarias hasta las más complejas y estratégicas, hace parte de la vida diaria desde cualquiera de las dimensiones que quiera ser aproximada. Para los diferentes individuos, bien sean corporativos, financieros, gubernamentales, académicos o los involucrados con la administración y puesta en marcha de proyectos, la esencia de la toma de decisiones descansa en supuestos que se crean sobre el futuro y por ende están sujetos a incertidumbre.
Poder medir y gestionar dicha incertidumbre, es decir, el riesgo es un reto que no sólo favorecerá una mejor asignación de recursos sino que minimizará las exposiciones o pérdidas en caso de que las cosas salgan mal.